San Onofre, el santo patrón de URBE


Este lunes 12 de junio la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín (URBE) celebró la festividad de San Onofre, patrono del trabajo y de lo imposible.

La devoción al santo es transmitida a toda la comunidad universitaria por el Presidente del Consejo Superior, Dr. Oscar Belloso Medina, quien atribuye la consolidación de la institución a la intercesión de San Onofre ante el Consejo Nacional de Universidades.

 Según el libro «Desde mi ventana, una mirada en la vida del Tigre Belloso» del Dr. Harold Zabala, el Rector Fundador decidió pedirle al santo por la aprobación del proyecto URBE, el cual había sido sometido a consideración del Consejo Nacional de Universidades, y efectivamente fue aprobado.

 En honor al santo, el Rector erigió una plaza con la esfinge de San Onofre en el Campus de la Universidad, con el objetivo de ser un espacio de encuentro con la fe para toda la comunidad universitaria.

Hagiografía de San Onofre

Según la referencia histórica católica, la vida de San Onofre estuvo marcada por milagros y muestras de devoción desde su nacimiento.

Hijo de un rey egipcio, persa o abisinio, nació hacia el año 320 después de que su madre rogara al cielo para concebir. Sin embargo, el diablo le hizo creer a su padre que el niño era producto de una relación adúltera de su esposa, y ordenó que fuera arrojado al fuego.

Pero gracias a la intervención de su ángel custodio, el niño resultó ileso, lo que llevó a sus padres a convertirse a la fe cristiana y bautizarlo con el nombre egipcio de Wnn-nfr «el que es continuamente bueno».

 

Desde niño, San Onofre estuvo rodeado de lujos y comodidades, pero siendo adolescente salió un día de su palacio y conoció la pobreza, la angustia y la enfermedad del pueblo.

Esto le conmovió tanto que abandonó su vida principesca y solicitó ser admitido en un convento de Abage. Pero cuando se hizo adulto, decidió abandonar el convento para vivir como ermitaño, deseoso de alcanzar la unión con el amor de Dios.

 

La tradición relata que una luminaria le acompañó por cerca de siete millas de camino hasta una choza, donde vivió durante más de 60 años dedicado a la oración, las mortificaciones y las austeridades.

San Onofre solo comía dátiles y agua que sacaba de la palma que crecía junto a su choza, y su vestimenta consistía en sus propios cabellos y hojas de palma o hierbas del desierto entretejidas. Por las noches tiritaba de frío y en el día era abrasado por los rayos inclementes del sol.

Un ángel le daba pan y vino los domingos, y de esta forma comulgaba. Muy pocas veces salió de su retiro para administrar el sacramento del bautismo.

 En una ocasión, el abad San Pafnucio se internó en el desierto en busca de los famosos monjes eremitas que seguían las enseñanzas de San Antonio Abad.

San Onofre le contó la historia de su vida, y poco después falleció, un 12 de junio del año 400. Pafnucio puso por escrito la vida y obras de San Onofre, y la tradición añade que cuando murió, un coro angélico le rindió honores y alabanzas, y unos leones mansos acompañaron a Pafnucio a enterrar el cuerpo del ermitaño.

 

Hoy en día, la URBE celebra la festividad de San Onofre como muestra de fe y devoción hacia el patrono del trabajo y de lo imposible.

La vida de San Onofre es un ejemplo de entrega y sacrificio, y su intercesión ha sido invocada por Presidente del Consejo Superior de la Universidad, el Dr. Oscar Belloso Medina, para consolidar la institución. Que San Onofre siga siendo un refugio en el amor de Cristo y bajo su amparo y protección, todas las cosas serán posibles.

 
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *