Médico, investigador, profesor universitario y sobre todo un hombre que amó a su país demostrando con orgullo ser venezolano y zuliano por encima de sus intereses personales, Humberto Fernández Morán, nace en Maracaibo a los pies de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá en el Hospital que lleva su nombre en la emblemática barriada Saladillera.
El día lunes 18 de febrero de 1924 sería un día de alegría y júbilo para Elena Villalobos quien acompañada de sus esposo Luis Fernández Morán ingresan a la sala de parto del Hospital Chiquinquirá y daría a luz a un varón que 15 años después ingresaría a la Universidad de Múnich, en donde obtuvo el título de médico cirujano Summa Cum Laude.
Para 1945 finalizaba la segunda guerra mundial y el joven médico zuliano regresa a Venezuela para revalidar su título universitario el 4 de julio de ese mismo año en la Universidad Central de Venezuela; posterior a eso se traslada a su natal Maracaibo para trabajar en el Hospital Psiquiátrico de la ciudad, aunque no por mucho tiempo, porque decide viajar a Estados Unidos para especializarse en neurología y neuropatología en la Universidad George Washington, de Washington D.C.
En 1947 se traslada a Estocolmo para continuar su formación científica y obtiene los grados académicos de Licenciado en Biofísica, prosigue sus estudios con la realización de la Maestría en Biología Celular y Genética, para luego titularse como PhD en Biofísica de la Universidad de Estocolmo, además trabajó en el Hospital Serafimer con el neurocirujano Herbert Olivecrona. Comenzó también sus investigaciones en microscopía electrónica en los laboratorios del Instituto Nobel de Física, invitado por el profesor Manne Siegbahn (Premio Nobel de Física en 1924) y también en el Instituto de Investigaciones Celulares y Genética del Instituto Karolinska.
Impacto científico
En 1952 siendo Profesor Asociado del Instituto Karolinska es condecorado con la Orden de “Caballero de la Estrella Polar” por el Rey Gustavo Adolfo de Suecia, durante su período en Suecia inventó en 1955 del bisturí de diamante que le permite a científicos de todo el mundo hacer cortes ultrafinos de tejidos biológicos e incluso de muestras lunares.
Vuelve nuevamente a Venezuela en 1953 y se incorpora el 27 de mayo a la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. El 25 de abril del año 1954 en Los Altos de Pipe, Estado Miranda, funda el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), hoy Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), con más de 70 laboratorios de investigación proyectados para 27 edificios que ya el año siguiente, en 1955, estaban construidos y en 1956 se instalaría el Reactor Nuclear, un avance en Latinoamérica que atrajo hasta Venezuela al año siguiente, bajo el auspicio de la Fundación Nóbel y la Sociedad Internacional de Neurología y Neurociencias, a muchos grandes científicos del mundo incluyendo a varios premios Nóbel.
Humberto Fernández fue nombrado Ministro de Educación por el presidente Marcos Pérez Jímenez, durando en el cargo unos días debido al derrocamiento, al instalarse un nuevo gobierno lo exilia de su amada Venezuela vetando todas sus investigaciones en el país, por lo que decide en 1958 irse a Estados Unidos, allí fue recibido con beneplácito por la comunidad científica dándole el sitial y respeto que se merece como investigador, inmediatamente fue llamado para trabajar en Massachusetts General Hospital de Boston organizando los Mixter Laboratories for Electron Microscopy.
En 1962 el zuliano Humberto Fernández Morán, acepta el puesto de Profesor de Biofísica en la Universidad de Chicago; en 1967 obtuvo la silla profesoral Pritzker de la División de Ciencias Biológicas de la Escuela de Medicina de dicha universidad y hace historia al recibir el premio John Scott por el bisturí de diamante (siendo el único venezolano y latinoamericano en ser distinguido con tal premio), un premio antes otorgado, entre otros, a Jonas Salk (vacuna antipoliomielítica), Marie Curie (la radiactividad y sus propiedades), Thomas Edison (lámpara incandescente) y Alexander Fleming (por el descubrimiento de la penicilina).
En paralelo a su trabajo como docente, Fernández Morán prosiguió sus investigaciones y continuó trabajando en el desarrollo de la criomicroscopía electrónica. En 1985 volvió a Estocolmo; allí permanecería ya hasta su muerte, el 17 de marzo de 1999.